PSOL (BRASIL), UN PARTIDO NECESARIO Y EN CONSTRUCCIÓN

Roberto Robaina(*) escribe al final del 7º Congreso Nacional del PSOL sobre los próximos pasos del partido.

El séptimo Congreso Nacional del PSOL acaba de terminar. El PSOL ha reflejado los esfuerzos de una parte importante -incluso podemos decir que mayoritaria de los activistas que han ido surgiendo en los últimos 15 años- por construir un partido político. Un partido que ha reflejado los poderes y los límites de esta vanguardia y de la lucha de clases del país. En cualquier caso, ha crecido año tras año. En este congreso hubo casi 50.000 participantes. Su resultado es contradictorio. Por un lado, el partido está creciendo. Por otro lado, aún está lejos de ser un instrumento de intensa politización. Los debates son débiles, cuando existen. Unas 5.000 personas participaron en los debates virtuales. El partido consigue ser una expresión parlamentaria de las reivindicaciones sociales progresistas y apoya los movimientos sociales, pero no ha sido, por regla general, un operador de las luchas obreras y populares.

El Congreso tuvo un mérito fundamental: la unidad del partido para defender la movilización por el derrocamiento de Bolsonaro. La unidad de acción con todos los que quieren el impeachment es un punto común de todo el partido. Esto se expresa en la voluntad de volcar todas las fuerzas en la convocatoria de la jornada nacional de luchas del 2 de octubre. Esta unidad debe ser destacada. También se expresó en una posición unánime que, incluso en el campo electoral, en el caso de una segunda ronda, el PSOL, de antemano, deja claro que apoyará cualquier candidatura que se enfrente a Bolsonaro, lo que concretamente significa dejar claro el apoyo al nombre de Lula.

Pero aquí también se produjo la principal polémica del Congreso: el 44% de los delegados defendió que el partido debería tener una candidatura propia para presentar en la primera vuelta. Se propuso el nombre de Glauber Braga. Esta necesidad fue defendida por el hecho de que Lula y el PT ya han dejado claro que pretenden hacer una alianza con sectores de la burguesía para gobernar Brasil. El PSOL se fundó para construir un proyecto anticapitalista y socialista, no para participar en un gobierno con los capitalistas. Pero, las fuerzas de adaptación del partido demostraron que también actuaron en el Congreso.

En general, el régimen político burgués en crisis sigue buscando líderes de otras clases sociales y forjados en partidos de la oposición para que se defienda su mantenimiento. Sus mecanismos de poder abren más espacios y garantizan la visibilidad de los nuevos liderazgos, siempre que acepten integrarse en una lógica de defensa del régimen político. El PSOL recibió estas presiones directamente, como vimos en el caso de Randolfe Rodrigues y Marcelo Freixo. (El primero dejó el partido para integrarse al de Marina Silva y en el caso de Freixo al Partido Socialista Brasilero, un partido al estilo de la socialdemocracia europea). De militantes del PSOL, cuya tesis central programática fundacional defiende la expropiación de los grandes capitalistas y la movilización revolucionaria del movimiento de masas, han pasado a ser políticos cuyo programa es la defensa de la democracia liberal. Todo esto en los últimos 5 años, y Freixo recientemente. Sin embargo, las presiones del régimen político se ejercen con más fuerza sobre el PSOL a través de la vía indirecta del PT. Y en este congreso, una vez más, esa presión fue evidente.

La presión en este sentido se vio en la decisión de una mayoría del 56% de no lanzar su propia candidatura. Este sector defendió una conferencia en abril para decidir si el partido lanza su propio nombre o apoya el de Lula en la primera vuelta. La tendencia predominante en esta parte de la dirigencia ha sido apoyar a Lula, aunque el líder del PT defienda un programa liberal burgués y construya una plancha con representación directa de los grandes capitalistas.

La principal presión del régimen político sobre el PSOL es que un sector de la dirección del partido quiere estar en esta campaña desde la primera vuelta precisamente para negociar, en mejores condiciones, la participación en un eventual nuevo gobierno. Nuestra posición ha denunciado esta política como oportunismo. El 44% de los delegados ya ha percibido el oportunismo que se esconde detrás de esta política de esperar y luego unirse. En un partido como el PSOL, tener un 44% bien organizado es tener mucha fuerza. Esta fuerza se organizará en una mesa nacional de dirigentes para la defensa de la independencia de clase y la construcción de un PSOL que tenga como eje la derrota de Bolsonaro, pero que también se levante con sus propias banderas y organización independiente. La organización de este 44% en un bloque, cuya firmeza se vio en el Congreso, puede incluso significar que la posición pro adherencia puedae acabar siendo minoritaria. Al fin y al cabo, entre el 56% que optó por el aplazamiento, hay muchos sectores que no aceptan la defensa y participación en una lista que defiende un programa burgués en las elecciones presidenciales, ni, lógicamente, aceptan participar en un gobierno burgués. Por esta razón, el Congreso del PSOL no fue concluyente, y la lucha de clases seguirá influyendo fuertemente en el curso del partido.

Otro punto fundamental de unidad en el PSOL, fue la defensa del apoyo a la campaña por la libertad de Claudemir y José Rainha (ambos son líderes del Frente Nacional de Luchas FNL un movimiento de sin tierras que es la segunda fuerza en importancia detrás del MST). Para nuestra tendencia, MES Movimento de Esquerda Socialista, (que reunió a más del 20% de los delegados y se unió a la oposición de izquierdas), esta campaña es fundamental. Tenemos una alianza estratégica con el Frente Nacional de Lucha (FNL), que reúne a históricos luchadores sociales que siguen organizando a los sectores pobres y sin tierra de nuestro pueblo. Y la persecución de estos líderes no es nueva hoy en día. Zé Rainha fue perseguido por el gobierno de Cardoso en 1997, cuando el PT lanzó la campaña «Zé Rainha es inocente, el delito es no hacer la reforma agraria». Años después, lamentablemente, la persecución continuó en los gobiernos de Lula y Dilma. Los llamados diputados radicales, empezando por Luciana Genro, encabezaron la campaña con el mismo eslogan que el PT desde su periodo de oposición. Ahora, en el gobierno de Bolsonaro, el peso de los terratenientes ha aumentado aún más y Claudemir y Zé Rainha están amenazados de prisión. Estos dos dirigentes, históricos luchadores por el derecho al pan, a la tierra, a la vivienda y a la libertad, son líderes del pueblo y de la lucha por la reforma agraria. Por eso la decisión del Congreso fue tan importante. En defensa de estas causas, a partir de octubre, en la estela de la manifestación del 2 de octubre, tendremos la marcha del Frente Nacional de Lucha, que saldrá de Sorocaba hacia la capital de São Paulo. La elección de la dirección del partido reflejó el Congreso. 

La lista defendida por Boulos y otros militantes recibió 228 votos. La lista defendida por Sâmia Bonfim y los compañeros que formaron el bloque de oposición de izquierda obtuvo 173 votos. Hubo una abstención. El tesorero del partido fue nombrado por la lista que quedó en segundo lugar, precisamente con el 43% de apoyo. La firmeza de la tesorera, Mariana Riscali, que lleva en esta tarea desde el último Congreso, es una garantía de que el aparato del PSOL es transparente, construido de forma unitaria, no burocrática, y mucho menos desequilibrada al servicio de políticas oportunistas.

El Presidente Juliano Medeiros también fue reelegido. Su reelección es también el reconocimiento de que la dirección del partido seguirá siendo un lugar de contradicciones que no permiten una dirección estable con una sola línea. Juliano no es un líder público, actuando de forma centralizada entre bastidores y tratando de organizar no a todo el partido ni a toda la dirección, sino a su propia tendencia, Primavera, que obtuvo poco más del 25% del Congreso. Elegido por equilibrio de fuerzas, también es mérito suyo, como de todos los principales líderes del partido hasta ahora, que el partido se mantenga unido, a pesar de las fuertes y estratégicas divergencias.

Nuestro optimismo en este sentido es también un voto de confianza en el propio PSOL. Al fin y al cabo, actualmente es uno de los pocos partidos de Brasil cuyas direcciones son definidas por sus militantes. Así que, por muchos límites y problemas que haya en esta construcción, es un partido cuya naturaleza democrática se mantiene, contra viento y marea.

(*) Roberto Robaina, dirigente del PSOL y del Movimiento de Esquerda Socialista (MES), editor de la Revista Movimiento e vereador de Porto Alegre.